lunes, 11 de febrero de 2013

Capítulo 8: Descubriendo cosas.

En lo que tardé en entrar, aquella persona me vio, y empezó a andar muy rápido. Empecé a perseguirle, pero ya era muy tarde, le había perdido la pista. Me dirigí a hablar con Perrie, haciendo cómo si no hubiera pasado nada.
-¡Hola!
-¿Te conozco?
-Soy amigo de unos conocidos tuyos.
-¿De quién?
-Luego hablaremos de eso, seguro que te suenan.
-Bueno, ¿y qué quieres?
-Solo preguntarte un par de cosas.
-¿De qué?
-Como si no lo supieras.
Se creó un silencio inquieto.
-¿Por qué tendría que contarte nada? Si no eres mas que un crío.
-¡No tiene nada que ver!
-Pasó de perder el tiempo contigo, adiós. -Se levantó y se dispuso a irse, cuando le agarré el brazo.
-¿Conoces a un tal Zayn?, ¿Zayn Malik? Seguramente te suene.
-¿Qué?
-No soy tonto, se que eres la culpable de todo.
-No soy nada, no tengo culpa de nada.
-Han roto la banda.
-Lo se.
-¿Eso no es tu culpa?
-No.
-Venga ya, ¿entonces qué ha sido?
-Bastante sabré.
-Lo sabes, de hecho.
-Solo nos estamos tomando un tiempo, nada más.
-¿Y por qué? ¿Acaso no te trataba bien? ¿Acaso no te mimaba? ¿No te ayudaba cuando lo necesitabas? ¿Acaso no te quería?
-Nunca he dicho que no haya sentido todo eso, pero estoy en una situación un tanto delicada, no lo entenderías.
-Ya lo creo que sí.
-Créeme que no, corrían peligro.
-¿Cómo?
-Te lo he dicho, no lo entenderías.
-¿Quién corría peligro?
-Ellos.
-¿Por qué?
-No puedo decir más. Ya hablaremos en otra ocasión.
-De eso nada, dímelo ahora mismo, por qué ha pasado todo esto, y que has hecho para que Zayn se ponga así. No permitiré que te vayas así como así tan feliz. ¿Verdad que acabas de hablar con un tipo totalmente cubierto, de pies a la cabeza?
-Un familiar.
-Cómo te gusta mentir.
-No todo tiene que ver con ellos.
-Pero sabes que tiene que ver con ellos.
Paso de hablar más contigo, si tienes que saber algo ya te avisaré, pero no esperes nada, no me molestaré.
Desapareció en cuestión de un momento.
Volví a casa de mi padre, y me fui directamente a la cama, había sido un día muy cansado.
A la mañana siguiente, bajé a desayunar y me encontré con mi padre. Empecé a untar la mantequilla en las tostadas, cuando empezamos a hablar.
-No uses ese cuchillo, es de ayer. -Se rió.
-¡Que asco!, ¿no limpiáis en esta casa? -Dije bromeando, tirando el cuchillo al fregadero.
-Claro que si, pero es de medianoche. Bueno, ¿y qué vas a hacer hoy? ¿Vas a comer aquí?
-Supongo, no tengo nada que hacer. Supongo que saldré a dar un paseo, para tomar el fresco, y volveré a la hora de comer.
-Bien. Yendo para el centro hay unas tiendas con unos bollos riquísimos. -Rió.
-¿Pretendes que me compre uno? Bueno, si insistes, lo haré.
-No llegues muy tarde o se te enfriará la comida.
Me acabé las tostadas y subí a cambiarme.
Hacía un día muy bonito, un sol muy brillante y una leve brisa que hacía bailar las hojas de los árboles. Cuando fui a entrar a las tiendas que me dijo mi padre, se me subió el corazón a la garganta.
Vi a Louis.